NOLI ME TANGERE: el retablo del placer, el dolor y el arte

Críticas, España

Por Tiago P. Barrachina (Universitat de València) / 16 de mayo de 2024

Cuesta que el postdramatismo llegue a la ciudad de València. Cuando esto sucede, aparece despojado de la crudeza que lo caracteriza. Se manifiesta en forma de producto mediterráneo y adquiere ciertos tintes cálidos que lo alejan de su estado puro para hibridarlo con otros lenguajes. Lejos de juzgar cómo han o no han de representarse los diferentes lenguajes escénicos, tengo la sensación que cuando el postdramatismo toma forma se presenta como lo ha hecho Isidro Mora López en Noli me tangere.

La pieza, cuyo lenguaje se encuentra, ya no próximo, sino adherido a la performance, obliga al director y performer de la pieza, Isidro Mora López, a desgarrar, sangrar y violar su propio cuerpo. Estos verbos no son meros eufemismos, sino que la escena se plantea tal y como es, despojada de todo rastro de ficción. Si bien aparecen algunos personajes, encarnados en Marcos Garrigós Martí, estos materializan diferentes realidades que plantea el texto plantea de algún modo. Texto que, por otro lado, hace gala de la poesía suficiente como para lograr sintetizar y reflexionar sobre los tres ejes vertebradores del espectáculo: el placer, el dolor y el arte. Así, Noli me tangere nos aproxima a los submundos oscuros de Isidro. La depravación grotesca de la sexualidad contemporánea se confiesa: ¿de qué otra manera llamaríamos a la coprofagia y según que “juegos” de dominación? Ya no existen las barreras del pudor, de la educación y de lo políticamente correcto, sino un falo de goma que cae sobre la boca del performer.

No obstante, sin pudor no hay vergüenza y sin vergüenza no existen barreras físicas ni dialécticas. No queda nada más que el texto y se aprovecha este espacio para repensar el amor como lo que parece ser a día de hoy: mera supervivencia. El amor deja de serlo para convertirse en una mera herramienta al servicio de una sociedad de consumo. «Hasta Amancio Ortega sigue vendiendo con su puto discurso», manifiesta la obra. La contemplación del amor como sacrificio y aceptación del dolor guarda una estrecha relación con el contenido, ya no solo intertextual, sino también iconográfico en tanto que la plástica de la obra remite directa e indirectamente a referentes pictóricos. No obstante, todas estas capas que forman un palimpsesto de signos no buscan el enaltecimiento del ego del artista que trata de proyectar un determinado nivel intelectual, sino que sostiene y lubrica el alegato del autor. Tampoco cabe pensar en el apartado estético desde solo lo iconográfico, sino que en determinadas secuencias también aparecen ciertos elementos que remiten a la contemporaneidad. Todo ello con el objetivo de llenar el vacío que el autor de Noli me tangere siente en su interior, un vacío existencial del que todos nos sentimos partícipes. 

Reconozco que el agotamiento estilístico me aborrece y que, en ocasiones, cuando contemplo la belleza por la belleza o lo estético por lo estético no encuentro nada más allá que meros ejercicios escénicos vacuos. Por el contrario, la propuesta de Mácula Teatro tiene un fondo indiscutible. Narcisista y personal, como ya nos manifiesta el propio creador durante la pieza, pero se trata de un fondo indudable. Al fin y al cabo, ¿no son todos los trasfondos discursivos del teatro contemporáneo, independientemente de su apariencia y código, personales? Al menos, Noli me tangere tiene la valentía  o temeridad, según se mire , de reconocerlo.

Esta sucesión de imágenes no tienen que ver con lo escenográfico, pues nos encontramos ante un escenario vacío. La iluminación y la música terminan de encuadrar las diferentes secuencias. Iván Arbildua propone un tratamiento de la iluminación que genera, en muchas ocasiones, una serie de espacios cerrados que dejan al performer rodeado de oscuridad ante una extraña y abrumadora sensación de desértica oscuridad.

Tal vez todo sea en vano, tal vez Isidro Mora López y Mácula Teatro no sean más que otro intento de existencia poética a los márgenes de un panorama escénico dominado por un público inexistente y por creadores y creadoras conocidos, donde el emergente no tiene derecho a la disidencia porque el mero hecho de disidencia estética supone una platea vacía. Tal vez, como nos recuerda la obra, Isidro Mora López no sea nunca Angélica Liddel. Pero tal vez no haga falta. Tal vez Noli me tangere necesite no ser retenida y volar junto a su equipo. Pero eso, desgraciadamente, no depende de nosotros.

Noli me tangere, en Espai Inestable, València. 14 y 15 de mayo de 2024

FICHA ARTÍSTICA

Una producción de Mácula Teatro // Dirección y dramaturgia: Isidro Mora López // Ayudantía de dirección: Jorge Bonora // Diseño de iluminación: Iván Arbildua // Diseño de espacio sonoro, cartel y audiovisuales: Jorge Bonora // Intérpretes: Marcos Garrigós Martí e Isidro Mora López // Jefe técnico: Iván Arbildua // Producción: Isidro Mora López (Mácula Teatro) // Con la participación de: Fauna y Acción // Agradecimientos: Victoria Jordán, papá y mamá

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