TRES MOMENTS: de la sencillez de la vida diaria

Críticas, España

Por Tiago P. Barrachina (Universitat de València) / 21 de mayo de 2024

Últimamente tengo la sensación que los creadores y creadoras escénicos focalizamos nuestra producción en la suma de los diferentes signos escénicos. Espacio sonoro, escenografía, disposición del público, proyecciones y su colocación en el dispositivo escénico, códigos interpretativos y rupturas de los códigos establecidos, documentación e intertextos, indumentaria y, si nos quedamos demasiado clásicos, demos un toque conceptual de modo que ese sector más «moderno» del patio de butacas quede contento con lo que ve. Así, siento que el nudo acaba siendo tan complejo que el propio público es incapaz de desenmarañarlo. No obstante, la buena salud de las producciones artísticas hace que estas ocasiones sean las menos frecuentes y que, en lugar de un ovillo, las piezas sean una hermosa manta en la que arroparse. Con todo, echo en falta algo de la fresca sencillez donde el espectador se relaja porque no necesita decodificar lo que ve. Supongo que es por ello que Tres moments de Fugint de L’escalímpal funciona tan bien, siendo esta la última residencia de la sala Artea Espai de Valencia.

En la función asistimos a tres secuencias en la vida de María Fernanda, Nandi en adelante, íntimamente relacionadas no tanto con la maternidad, sino con el hecho de ser madre. La diferencia radica en que la pieza no gira tan solo alrededor de la crianza, sino en cómo ha cambiado, de finales del siglo pasado hasta hoy, la experiencia de todo lo que rodea el simple planteamiento de la concepción. Para ello, las voces femeninas son las verdaderas protagonistas de la pieza. Nandi es solo el pretexto vivencial para poder observar las reacciones de las diferentes mujeres de su entorno. Mujeres, sí, pues aunque el papel masculino en la familia aparezca en forma de personajes ausente, estos se abordan de manera colateral, infiriendo en su ausencia o presencia, en las presiones o facilidades que pueden llegar a poner en la toma de decisiones de una potencial madre. Por supuesto, los diferentes instantes que contemplamos de la vida de Nandi implican una observación directa a la historia y el proceso de aceptación social que se ha producido hacia cuestiones como el aborto o los modelos familiares divergentes. No obstante, el trabajo del texto no acaba ahí, pues se arriesga a pensar en los obstáculos actuales y cómo, aunque el paisaje cambie, siempre hay piedras en el camino. Así, y aunque el guion brille por la naturalidad en su concepción, la joya de la corona es, sin duda, las intérpretes.

La diversidad en los equipos creativos siempre fue un motivo de alegría en tanto que la riqueza del material humano será mayor. A fin de cuentas, el disentimiento siempre será un lugar de crecimiento. Me arriesgaría a decir que la diferencia de edades en el elenco ha sido un escalón más en el que apoyarse para encontrar la frescura que posee la pieza. Dado que la puesta en escena brilla por su sencillez, la interpretación se coloca en el centro de la mirada. El cuidado estético en la escenografía y la indumentaria con el objetivo de respetar las formas y modas de la época en la que se enclava la escena no es más que un marco donde desarrollar a los personajes. Podría entonces esperarse un despliegue de virtuosismo interpretativa y, en cierto modo es así, pero no en tanto a las habilidades propias de otras disciplinas, como se tiende a pensar en estos casos. Pareciera que el trabajo del intérprete ha de pasar por hacer cuatro mortales, tocar siete instrumentos e interpretar de cabo a rabo una ópera de Wagner, cuando en ocasiones basta con encontrar la verdad en el recorrido emocional que tienen los personajes que le toca interpretar. La geografía emocional es tan clara y coherente que el espectador se siente casi un vuayer de una vida ajena y, aunque reconozco no ser fanático del naturalismo, hay algo en el ser humano que nos hace querer saber de las vidas de otros. Será la cultura de cotilleo, qué sé yo. Pero en cualquier caso, esto sensación de ser partícipe de la vida de otros, que solo se rompe en tres breves secuencias en las cuales las actrices se dirigen directamente a público, aparece desde dos lugares: el primero, la increíble velocidad con las cuales las intérpretes presentan los vínculos entre los personajes de la escena; y el segundo, la coherencia del elenco mediante la cual, aunque interpretada en tres diferentes épocas y por tres actrices distintas en cada una de ellas, te crees que la Nandi que ahora tiene otro rostro, es la misma que hace un par de minutos.

Da que pensar que en mitad de esta crisis de público en las artes escénicas, donde cuesta mantener un modelo teatral periférico en un país puramente centralista, donde las salas cierran porque están vacías y los rostros del patio de butacas son siempre los mismos, la compañía Fugint de l’escalímpal sea capaz de llenar la sala, al menos el día que acudí a visualizar la propuesta. Da que pensar, digo, porque aunque la investigación de nuevos modelos esté a la orden del día, he de reconocer que siento los procedimientos estéticos vanguardistas se están comenzando a repetir y no se hasta qué punto el proceso del cambio en la apreciación estética de los espectáculos está corriendo demasiado. ¿Puede acoger un público, de por si escaso, nuevos lenguajes? Quiero pensar que sí. De lo contrario el análisis y la investigación escénica perderían sentido. Pero no puedo evitar recordar la entrevista que, allá por 2007, Ramón Moreno le hizo a Vicente Genovés. Durante la charla los dos directores de teatro reflexionaron acerca de varios aspectos de la profesión, pero llegado el tema de los espectáculos semi cerrados en los cuales el público tiene que decodificar, Vicente Genovés respondió: 

«Una sociedad desarrollada que tiene todo el espectro artístico cubierte, puede y debe permitírselo. Lo que me parecería mal es que se hiciera teatro elitista y se abandonara el teatro popular, las vanguardias, el repertorio, el teatro clásico… Hacer solamente teatro elitista no tendría sentido».

Tres moments en la Artea Espai, València. Desde el 10 hasta el 19 de mayo de 2024.

TRAILER: https://www.instagram.com/arteaespai/reel/C7Or9-kosaX

FICHA ARTÍSTICA. Dramaturgia, dirección e interpretación: Sabina Hervàs, Viqui Cervera y Joana Börsch / Iluminación: Jordi Cubas / Dirección musical: Àlex Parra / Cartel: Nico Barrios

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