VUELAN PALOMAS Y PALABRAS DESDE TIEMPOS OSCUROS Y PRETÉRITOS

España, Reseñas

Por Begoña Frutos (RESAD) / 3 de noviembre de 2023

Llegada la hora del espectáculo, el tintineo de una campanilla anuncia que la función va a comenzar, al igual que los monaguillos recalcaban antiguamente en este mismo lugar el momento mas sagrado de la liturgia. Se apaga la luz de sala y aparecen en escena dos hábitos de clérigo y tres escaleras a modo de púlpitos. Con este sugerente y simbólico arranque se inicia en el Teatro de La Abadía de Madrid la obra “Vuelan Palomas: arte de sermones para tiempos inciertos”, un ovillejo de homilías eclesiásticas extraídas de la Biblioteca Nacional a partir de los textos de Jerónimo Morales, Juan de Espinosa “El Lunajero”, Diego de Nájera y otros tantos cuya predicación de acontecimientos transcendía lo meramente religioso para canalizar mediante la palabra las directrices morales, sociales y políticas de la época. La obra otorga también voz a aquellas religiosas que, frente al tono dogmático de predicadores e inquisidores, consiguieron derribar puertas y confrontar opiniones donde se podía contraponer el discurso de los hombres de fe con el de estas valientes mujeres místicas.

Para el montaje, Clemente García, Roberto Mori, Marco Toro y la brillante actriz Lidia Otón, actores formados bajo el modelo pedagógico creado en La Abadía, realizan un despliegue técnico en escenas vocalmente complicadas que resulta un completo deleite en el espacio sonoro de la Sala Juan de la Cruz. En cuanto a la escenografía, contemplamos tres grandes muros grises con multitud de huecos para que puedan anidar las palomas, que representan las palabras lanzadas al vuelo y que, al igual que en el poema “El Palomar de las Cartas” de Miguel Hernández, terminarán llegando a un destinatario que las recibirá dormido/anestesiado o despierto si consigue tener activado su espíritu crítico. Un músico en directo refuerza el compromiso de las escenas.

Toda la obra es un homenaje a aquellos antiguos sermonistas, cuyo legado, aforismos y reflexiones sirven también para los tiempos actuales. Tras un introito a cargo de Roberto Mori, aparece el actor Clemente García encarnando la palabra en el cuerpo y manteniendo la intensidad con que maneja la pericia verbal (aunque con falta de pulso en cuanto a mantener el acento valenciano del religioso Vicente Ferrer), cuidando la acción y pareciendo que su palabra torpedea al espectador.

A continuación aparece el personaje homenaje a “La Calderona”, con una inspiración estética y visual de Santa Teresa para dar visibilidad a los pocos medios que tenía la mujer de entonces para expresarse, entre los que estaba básicamente la oración y la confesión. De alguna manera, las alusiones a Santa Teresa son una especie de aura que revolotea todo el tiempo en el ambiente. Lidia Otón prepara el lugar donde habita la palabra con sus elocuentes y apropiados cambios de registro vocal, cargando la palabra con fuego y martillo. A través del personaje de la Madre Teresa de Cartagena nos acerca igualmente al mundo místico, aunque no queda tan claro donde impacta este momento en la sociedad actual.

En el cuadro “Lumbre de Amor”, el personaje de Maria de Cazalla se enfrenta a la Inquisición, donde el actor Roberto Mori, con su deliciosa manera de componer personajes, representa a esa institución vergonzosa que nos rigió durante mas de trescientos años en España, acercándonos con rigor técnico a la recreación de la tortura que Otón sufre a través de su cuerpo, voz y palabra.

Es encomiable que la obra no se olvide de citar a mujeres que se sumaron al propósito de hacerse escuchar en complicados tiempos para el género femenino, tales como Judith, María Magdalena, María Santo Domingo o Teresa de Ávila, aunque el intento de sacralidad y espiritualidad no se consigue mantener en todo momento. Destacar igualmente todo el plano visual de Otón dentro de una tela, asociando una relación orgásmica con el placer que sucede y se obtiene al alcanzar el conocimiento místico femenino.

El cuadro IV resulta menos redondo, ya que aunque los actores llevan el apropiado tempo escénico de la palabra, el conjunto resulta algo aburrido y pesado. Es reseñable aquí la imagen que con precisión ha construido la maestra de expresión corporal Mar Navarro, que nos remite a la imaginería de cofradías en el momento de descender a Jesús de la cruz. Algo insatisfactorio es también el quinto cuadro a nivel vocal, ya que el empleo de acento mexicano, aunque logra ser cercano a su sonoridad, consigue más el efecto de parodiar a los personajes que el de acercarlos a nuestra identidad lingüística común.

En el cuadro «Lengua de Perro», la palabra es construida en presente y como resultado de una composición interior de imágenes precisas por parte de los actores. El epílogo de » Ay, España» llega quizás muy súbitamente, con sirenas evocadoras de la guerra civil y simbologías y alusiones a un caudillo castrante que rememoran maneras propias del lenguaje de los propios predicadores. Sin embargo, no se comprende ese salto temporal tan inmediato a la época contemporánea.

A través de las palabras de los intelectuales Ortega y Gasset y María Zambrano, Lidia Otón finaliza esta historia de nuestro país, de su lengua y de la manera con la que hemos hablado a lo largo de estos siglos para tratar de entender los hechos y las generaciones de las que procedemos. El origen de nuestro pensamiento y moral tiene vínculos innegables con las sombras de la religión. No olvidemos que, en nuestro país, fue precisamente desde los púlpitos desde donde se alentaron las persecuciones de judíos, musulmanes y protestantes, así como también la misoginia.

Destacar el fabuloso trabajo interpretativo de todo el elenco para aquilatar y clarificar debidamente cada palabra y cada concepto, por rebuscados o ajenos que parezcan. Encontramos, además, algunas escenas muy originales y atractivas en su composición, donde los cuerpos y el movimiento de los actores cautivan la atención del espectador tanto como el contenido verbal que sale de sus bocas.

Foto de Sergio Parra

Este espectáculo es sin duda un homenaje al poder plástico de la palabra, a su capacidad ilimitada de sugerir mundos e imágenes. Por el contrario, en algunos cuadros hay cierta maraña dramatúrgica debido a los numerosos personajes y a la manera en que aparecen y desaparecen sus convicciones sin una clara y lógica relación consecutiva que permita establecer una coherencia dramática en el espectador. Véase, como ejemplo, el epilogo donde de repente aparecen sirenas recreando la guerra civil española procediendo de manera inmediata de un cuadro donde Sor Juana Inés de la Cruz demostraba a través de sus famosas redondillas su fuerza moral.

A través de la palabra y de la poesía escénica, la obra aspira a relacionarse con la sociedad, a interrogarse sobre cuestiones morales y a hacerse eco de un legado que aún nos atañe: la historia reciente tan cómodamente olvidada. La cita final con María Zambrano reivindica la palabra y el lenguaje desde un lugar libre, no desde un púlpito moralista y dogmático.

En esta obra se siguen vislumbrando los ejes presentes en el Teatro de La Abadía, que siguen siendo el de recoger el legado de la dramaturgia clásica y transmitirlo hacia el momento contemporáneo y potenciar la búsqueda y mejora de la elocuencia actoral, acrecentada mediante un uso distinto de la energía física y psíquica de los actores, para lograr una proximidad más intensa entre el espectador y el actor. La Abadía, una vez más, sigue liderando proyectos conectados a repertorios que enfrentan aspectos de la tradición escénico-literaria y la elucidación.

Ficha artística
Idea y dirección: José Luis Gómez
Dramaturgia: José Luis Gómez y Javier Huerta Calvo
Espacio escénico: Elisa Sanz
Realización escenografía: Scnik
Vestuario: Deborah Macías
Realización vestuario: Isabel López, Paloma de Alba Sastrería y Gracia y Cristina Collado
Iluminación: Raúl Alonso
Proyecciones: Jorge Vila
Ayudante de dirección: Álvaro Nogales
Ayudante de producción: José Luis Sendarrubias
Maestra de cuerpo: Mar Navarro
Composición musical: Alberto Granados
Una producción del Teatro de La Abadía y la Compañía Nacional de Teatro Clásico

One thought on “VUELAN PALOMAS Y PALABRAS DESDE TIEMPOS OSCUROS Y PRETÉRITOS

  • Una crítica apasionada que recorre con minuciosa rigurosidad cada uno de los instantes y procesos de la obra, generando gran curiosidad por disfrutarla. El delicado análisis destaca sin pleitesías los aspectos mejorables de la representación, por lo que incrementa el interés por ver esa gran obra de la Abadía. Gracias por inspirarnos!

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