LA SENYORETA JÚLIA: una buena diana para un tiro errado

Críticas, España

Por Tiago P. Barrachina (Universitat de València) / 20 de diciembre de 2023

Me empiezan a cansar los grandes autores naturalistas de la literatura dramática, lo admito. Chéjov, Ibsen, Miller y, por supuesto, Strindberg. Siento que han pasado por tantas manos que uno ya no sabe dónde empieza el texto y acaba la pieza que ve. Creo, y de opinión se trata,  que los pasos del teatro narrativo contemporáneo están mejor encaminados hacia otros lugares. Las versiones de las obras cumbres generan, por experiencia, aversión rotunda o éxtasis inverosímil. Eso mismo le pasó al público de la función que acudí a ver de La Senyoreta Júlia de Strindberg por la Compañía Teatre Micalet (CTM) de València, en cartel entre el 17 de novembre y el 17 de diciembre de 2023. Por mi parte, he de confesar que, aunque esta tiene aciertos, hay deslices que pesan.

Esta versión reconfigura la narrativa original donde Julia, la joven hija de un noble, se escabulle la noche de San Juan para bailar con la servidumbre. Entre tanto, Juan, el criado y Cristina, la cocinera, dialogan sobre Julia y su carácter. El desarrollo de la obra se centra en el juego de seducción y poder entre Julia y Juan, que acaba por consumarse y ante tal acto, tratan de encontrar una solución. Por su parte, Julia ha sido deshonrada por un miembro del servicio, con lo que conllevaba en el siglo XIX; mientras que Juan se juega su puesto de trabajo. Cuando Cristina descubre lo sucedido, Julia le solicita ayuda. Mientras que la cocinera se aferra a su fe cristiana, Juan y Julia no encuentran solución y, con la llegada inminente del amo de la casa, al cual le han robado dinero, Juan le ofrece una navaja a Julia, diciéndole que vaya al granero. De este modo, el suicidio de Julia no se manifiesta directamente pero se da a entender que así sucede. En esta adaptación la compañía Teatre Micalet ha trasladado la situación al interior de un teatro en el siglo XXI, donde Cristina es la regidora del teatro, Joan es uno de los técnicos y Júlia es la hija del dueño. El espacio refleja cierta metateatralidad dado que sucede en el escenario del propio teatro, que descansa después de haber estrenado La señorita Julia. Esto facilita un cierto juego donde los personajes protagónicos de La senyoreta Júlia son al mismo tiempo ellos mismos y los personajes de la obra de Strindberg. Algo confuso, pero comprensible. 

Desde la perspectiva de un servidor, la traslación de los hechos de la obra original en la situación que se plantea no termina de funcionar. Cuando uno acude a ver una adaptación de cualquier obra clásica espera un posicionamiento diferente, o que se intervenga de tal modo que incite a una nueva reflexión, que ahonde en aspectos a los cuales un montaje con trajes del siglo pasado no tiene acceso. Durante la función se nos informa que los trabajadores están de fiesta en la sala colindante al escenario. Trabajadores que tienen que tomar una decisión porque el padre de Júlia, el jefe, se lo ha encargado a ellos. Deben escoger entre una bajada general del sueldo o echar a tres de sus compañeros. Me pregunto si ninguno de ellos ha oído hablar del concepto «despido improcedente». En cualquier caso no termino de comprender los motivos del festejo. Como acto de rebeldía contra su patrono, son los mismos trabajadores los que graban a Joan y a Júlia mientras tienen sexo. Por supuesto, es una manera de extorsionar a su jefe o hacerle la vida imposible a Júlia, habría que escoger. Pero sea como fuere, la obra parece plantear que la lucha obrera de los trabajadores del teatro es eso: grabar a su compañera fornicando con un técnico, como si el mundo de las artes escénicas, si me apuras, en cualquier sector laboral, no hubiera dimes y diretes afectivo-sexuales de manera cotidiana. Strindberg en la obra original plantea una joven virgen que, si bien es bastante histriónica, ha sido deshonrada por el servicio. Un técnico, por muy de los suburbios que haya sido su infancia, que copula con una actriz, por muy famosa o hija del jefe que sea, no es tan extraño. Y sin embargo, es por este video que Joan y Júlia trazan un plan de fuga y se preguntan qué hacer. 

A partir de ese momento, la obra tiene unas oleadas de violencia que no se terminan de comprender. Una vez se han lanzado sillas y se ha volcado toda una mesa llena de atrezo, es complicado levantar la tensión dramática. Reconozco que es un vicio mío. Creo que la escena tiene que dar un giro enorme para poder continuar después de un clímax tan abiertamente dramático, hasta el punto que el suicidio de Júlia al final no acaba de tener potencia, o al menos no para mí. 

Este desfase entre la situación planteada y la evolución de la acción es llenado por los componente del elenco, que ponen toda la carne del asador para que la función pueda continuar y la escena no decaiga, buscando el ritmo para mantener al espectador atento. Sorprende el interés que tiene el personaje de Cristina en la pieza. Personaje que, en la obra original pasa más desapercibido, ahora nos atrapa y nos obliga a querer que vuelva a la escena. Su sinceridad, chabacanería y responsabilidad sí son el reflejo de una sociedad actual, de ese grupo ideológico que, esté yo más o menos de acuerdo, cree en la meritocracia y en la fuerza del trabajo. Por todo esto da un poco de rabia la decisión de rescatar el alegato de fe que realiza Cristina en la obra original y que, hoy, pierde sentido. 

Me parece admirable la búsqueda por nuevas formas contemporáneas por parte de la compañía y no quisiera que esta crítica se convirtiera en pólvora incendiaria o papel mojado. Que el Teatre Micalet, con lo que representa para la ciudad de València, apueste por una adaptación de La señorita Julia es una gran noticia. La obra aprovecha los espacios de la propia sala, como la cabina de luces o las varas de iluminación y el escenario vacío, con esa enorme pared de ladrillo al fondo te hace sentir que estás viendo algo real, pero siento que la propuesta situacional no acompaña. La diana está bien colocada, pero los tiros, aun con buena intención, han ido al aire.

FICHA ARTÍSTICA. Versión: Eva Mir / Dramaturgia: Toni Agustí y Eva Mir / Dirección: Toni Agustí y Joan Peris / Reparto: Lara Salvador, Roberto Hoyo y Maria Covadonga / Producción ejecutiva: Pilar Almeria

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