EL CUERPO MAS BONITO QUE SE HABRA ENCONTRADO NUNCA EN ESTE LUGAR: imprescindible

Críticas, España, Reseñas

Por Javier Ortiz (Gestor y Productor cultural) / 12 de febrero de 2024

Cuando un texto de la calidad del que ha escrito Josep María Miró tiene un intérprete como Pere Arquillé, el espectador acude al teatro con las expectativas muy altas.  

El hallazgo del cuerpo mutilado de un joven en un pequeño pueblo es el punto de partida para hacer una radiografía de una sociedad, de sus secretos, tabúes y vidas que se esconden tras aparente normalidad. El texto transita por varios personajes que retratan la sociedad rural en la que ocurre el hecho, a la vez que nos van proporcionando piezas del puzzle que permite al espectador hacerse una idea de qué ha pasado y por qué. Según el autor, el texto habla de expiación, pero creo que tiene más que ver con el tabú, con la represión, la corrupción y la soledad dentro de una comunidad aparente. Aunque lo represente un solo intérprete, no se trata de un monólogo, sino de un unipersonal. En todas las escenas hay un otro y cada personaje mantiene su habla y su individualidad como personaje. Incluso en el caso de la profesora, se diferencia su manera de construir en los dos intentos para reelaborar su discurso. Del papel a la escena ha habido cambios menores en el texto, si bien su vigencia y belleza permanecen intactas. Como sucedía en La Ronda de Schnitzler, toda la sociedad se ve representada, el paso de uno a otro personaje es fácil y con mucho sentido, generando expectación hasta llegar al último. No hay juicio sobre ninguno . Son como se expresan, sin que haya sobre ellos un punto de vista ni una ideología. El poder de sugerencia del texto permite referencias desde Twin Peaks hasta El diablo Cojuelo en el retrato de la cara escondida de la comunidad rural donde, el contrario que en El ahogado más hermoso del mundo de García Márquez, la aparición del cadáver deja a cada uno más triste, más solo.

La puesta en escena de Xavier Albertí recurre a los elementos mínimos para recrear este fresco: un actor, el espacio que ilumina un foco y un fondo le bastan. Es un gozo ver el trabajo de Pere Arquillé. El director le ha acotado mucho las posibilidades de expresión para que el texto llegue directo. A pesar de ello, el actor dibuja con mucha precisión el retrato de cada personaje, bien sea con la voz, con el uso del cuerpo, o la posición espacial. Es una lección de interpretación, y el actor da un recital en uno de los mejores trabajos que se pueden ver sobre un escenario en la cartelera actual madrileña.   

Aunque al principio de la función parezca que vamos a ver un espectáculo de narración oral, en la puesta en escena, como en el texto, hay acción, no sugerencia; hay representación y no presentación. El intérprete es personaje y no persona salvo en dos momentos. Uno, al principio, que sobra, y en los saludos del final. Puede parecer un detalle menor, pero  en un montaje que se ha tomado tantas molestias en no recurrir a elementos externos que compliquen la caracterización, ni la camisa debería llevar un logo ni las suelas de las zapatillas ser blancas. Ambas cosas distraen, y aunque el trabajo de Pere Arquillé hace que el texto se pase en un suspiro, es un riesgo innecesario y torpe.

El Teatro de la Abadía ha remediado en parte la escasa presencia de Miró en los escenarios de Madrid, algo inexplicable dada la calidad de su trabajo. Esperemos que su Yo, travesti pise también las tablas de la capital y no se tarde tanto en volver a ver sus próximos trabajos. Mientras, regálense una visita al Teatro de la Abadía para ver esta maravilla imprescindible por todo lo que dice, cómo lo dice y quién lo interpreta.

El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar. Teatro de la Abadía de Madrid, del 1 al 18 de febrero de 2024.

FICHA ARTÍSTICA. Texto: Josep Maria Miró / Dirección, diseño de iluminación, escenografía y composición musical: Xavier Albertí / Traducción al castellano: Eva Vallines / Ayudante de dirección: Roger Vila / Producción ejecutiva y regidoría: Marta Colell / Dirección de producción: Josep Domènech / Músicos: Quirze Egea y Sergi Llopart / Una producción de Temporada Alta en coproducción con Teatre Romea.

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