DAVID: la oscuridad señala hacia la verdad

Críticas, España, Reseñas

Por Tiago P. Barrachina (Universitat de València) / 2 de junio 2024

Cuando de dramaturgia valenciana se trata, es inevitable sacar a colación el nombre de Paco Zarzoso, autor reconocido a lo largo de su trayectoria por piezas como Cocodrilo, Valencia, Umbral o L’eclipsi. Muchas de sus producciones, en tanto que autor y director, han sido galardonadas con numerosos premios que lo colocan en un lugar de referencia para todos esos noveles  como yo, dicho sea de paso  que de algún modo se encuentran ávidos de referentes en la constante búsqueda de su propia carrera. No obstante, lo que convierte a Paco Zarzoso y más concretamente a Hongaresa Teatre en un referente no son la cantidad de galardones que cuelgan de su cuello, sino el claro estilo y los rasgos que definen su producción. David, la obra que hoy nos ocupa, forma parte de esta.

Esta pieza no es más que la historia de un padre y su hijo, de los conflictos de la vejez. Si bien la narrativa presenta una aparente sencillez en un comienzo, tal vez enmascarando la complejidad que devendrá bajo un aire fresco de humor, poco a poco se acerca a los rincones más grotescos de la psique humana. Siendo el verdadero fondo de la pieza tan crudo, sorprende la elección tenebrista de una estética tan valleinclanesca. Menciono a don Ramón María y no a los expresionistas alemanes porque nuestro gallego conocía el humor, pese a que el fondo discursivo de algunos de sus esperpentos no apele al presente directo. David, sí y he ahí el acierto del distanciamiento en la plástica escénica. Uno no espera que el eje temático de la obra entronque tan severamente con la actualidad, en ese mundo de polvo y tinieblas, generando una sensación de suspense conforme la obra avanza. Pero para identificar a los culpables habría que señalar también a la iluminación y al sonido. Si bien la música de Raimon Flores Civera y Juan José Párraga de la Virgen te hace clavar las uñas en la butaca con la incertidumbre que genera, la iluminación de Mingo Albir, tan acotada como efectiva, produce un cierto ahogamiento, una cierta angustia en ese cuadro de cuatro paredes dentro de las cuales el viento no atraviesa las ventanas. En definitiva, todos los elementos semióticos que se ponen en juego señalan en la misma dirección, dejando que sea el texto en boca de los intérpretes lo que genera los giros necesarios para sorprender a un espectador inquieto con, bien una carcajada, bien perplejidad, bien extrañeza.

La química en escena es cosa compleja, no hacía falta que viniera yo a manifestarlo. Por muy buenos y mucha técnica que tengan los intérpretes, en ocasiones no se despierta ese «remar en conjunto» que necesita el teatro. Si esta carencia sucede por falta de trabajo, por ensayos mal dirigidos o procesos extenuantemente tediosos lo dejo al criterio del lector y sus percepciones. Agradezcamos que no sea el caso Enric Juezasy Àngel Figols, cuya experiencia conjunta de la escena era el ingrediente necesario para este David. La energía de Figols y el peso de Juezas se suman, convirtiéndose en un binomio inspirador desde el apartado gestual hasta el oral. Siento que las nuevas generaciones de artistas escénicos, sin perder ese gusto por la fisicidad que nos caracteriza, tendríamos que aprender de esa escuela del buen decir  que no declamación  que se asocia con grandes intérpretes de la escena valenciana, como el ya mencionado Juezas o Victoria Salvador.

Hongaresa Teatre continúa con esa línea estética que tanto la caracteriza y donde la dimensión de lo fantástico toca este extraño presente en el que vivimos. Es curioso que un procedimiento tan estudiado como el distanciamiento pueda convertirse en una seña de identidad, por su unicidad, de una compañía, síntoma del agotamiento de según que tipo de procedimientos estéticos de otras producciones. Lo underground, pese a su pertinencia estética en ocasiones vacua, empieza a agotarse. Frente a ello, David pretende cambiar algo, detener la cadena de abusos que se transmite de manera generacional mediante el dolor mal gestionado, pues la culpa es inútil si la verdad no se manifiesta. 

Este David consigue matar a Goliat porque su verdad, la verdad material y cruenta, no está maquillada, sino señalada.

Ficha artística

Autoría y dirección: Paco Zarzoso / Intérpretes: Enric Juezas y Àngel Figols / Espacio escénico: Los Reyes del Mambo / Iluminación: Mingo Albir / Vestuario: Adame / Caracterización: Inma Fuentes / Música y diseño de sonido: Raimon Flores Civera y Juan José Párraga de la Virgen / Violín: Alexandra Carmen Frāteanu / Coordinación Máster Conservatori Música Castelló: Vicent Adsuara / Director técnico: Carlos Hinojosas / Fotografía: Vicente A. Jiménez / Video: Sergio Serrano / Prensa: Begoña Donat / Ayudante de producción: Jéssica Martínez / Ayudante de dirección: Marcos Sproston / Producción ejecutiva: Blanca Martínez / Producción: Hongaresa Teatre

PREMIO MAX AUB DE TEATRO EN CASTELLANO CIUTAT DE VALÈNCI

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