Yo Yerma

España, Reseñas

Por María Gray (UNIR) | 3 Mar 2021

Yerma de Federico García Lorca / Del 3 al 7 de febrero de 2001 / Teatros del Canal (Madrid, España)

Dirección de Juan Pastor / Reparto: María Pastor, José Carrasco, Clemente García, Marina Andina, Alicia González y Raquel Pardos. Compañía Guindalera 

Un rectángulo verde en el centro del escenario ¿terreno, bosque, follaje, fronda, espesura, boscaje ramaje, follaje, selva, jardín, vergel, patio huerto, soto, carrascal, zarzal, espesura, arboleda o campo de juego?

Seis sillas de haya y cuerda, tres al lado derecho y tres al  lado izquierdo, los jugadores van apareciendo y se preparan para salir a jugar, lo comprueban todo bajo la mirada relajada pero atenta de los grandes protagonistas del teatro y sin los cuales sería imposible el hecho escénico: los actores  y el público. ¡Eureka!

En principio tenemos una propuesta clara que delimita dos espacios, el primero  el espacio de la ficción o circuito externo, que  es lo que percibimos los espectadores   como la instancia de la realidad en la que nos encontramos inscritos, constituida por  la compañía de teatro La Guindalera, poco a poco los actores van ocupando sus posiciones conscientes de su realidad,  unos de pie, otros sentados, jugando con la imaginación, comprobando sus elementos escénicos, entornando sus miradas hacia un más allá o manipulando los objetos, esos grandes cómplices.  Mientras los espectadores también conscientes de la situación en la que nos encontramos, comprobamos que nuestras mascarillas están bien colocadas y nos preguntamos   si habrá empezado la función, aunque sospechamos que la obra  ya ha  dado comienzo  con la entrada del primer espectador.

El segundo espacio es el espacio de la metaficción o circuito interno, definido por el rectángulo verde, que es  lo que percibimos los espectadores  como la instancia de  ficción, constituida por la la intra representación de la obra Yerma de F. García Lorca representada por la compañía La Guindalera. Así podemos decir que estamos ante la más clásica estrategia metateatral de todos los tiempos  el Teatro dentro del Teatro en adelante TDT (Gray, 2011).

La estrategia metateatral del TDT,  ha sido durante años una fórmula que han utilizado directores y dramaturgos para explorar las posibilidades de renovación del sistema teatral,  en el que los actores y el público interaccionan entre los planos de ficción y metaficción consiguiendo un nuevo plano productor de un alto índice de reflexividad (Gray,2011). 

Los actores  salían y entraban de un espacio a otro, de un circuito a otro con la consciencia de saber que esta interacción  genera  un alto nivel de reflexión entre la realidad de  los actores y los personajes de  ficción, que  a su vez crea un nuevo circuito o tercer espacio,  producto de las relaciones reflexivas del espectador entre el circuito externo e interno de la representación. 

Me llamó poderosamente la atención la consciencia con la que  los actores  metían y sacaban los objetos fuera y dentro de la escena, objetos enlazados a sus cuerpos como una parte más del mismo, comparable a la consciencia con la que la embarazada  carga con su barriga o una mujer maltratada carga con su psiquis reducida,  con la que se vive una mentira, la consciencia del que carga con el peso  de la historia, la memoria, la censura, el mandato social, la culpa, la vergüenza o cualquier otro cuerpo extraño que arrastramos dentro y fuera de la vida, del sueño o  del teatro. 

María Pastor, la protagonista me responde sobre su experiencia personal   en el proceso del laboratorio a la escena:

«Trabajar en una compañía estable hace que el proceso creativo sea mucho más placentero y sereno porque hay una atmósfera de confianza y no sientes que te estás poniendo a prueba como actriz porque por encima de todo está el proyecto en común y no tanto la realización personal. Juan Pastor tiene muy claro lo que busca y por tanto luego se puede permitir dejarse sorprender por lo que le dan los actores. No necesita imponerte nada, te dirige básicamente haciéndote preguntas y la base que te proporciona, los cimientos de la puesta en escena son tan claros, tan sólidos que hace que puedas volar. Aunque hacer Yerma para una actriz es como “interpretar a Hamlet”. La mayor dificultad quizá sea olvidarse de eso. Salir a escena sin pensar que te van a juzgar.» 

En este  sentido, la estrategia metateatral a la que apela el director, consigue que los actores estén  bien apoyados en la interacción entre los circuitos de realidad y ficción, más propiamente dicho los circuitos de ficción y metaficción en el que la compañía de actores consigue   hacer un juego  sencillo a la par que hermoso con el texto de Lorca, en el que  la voz,  el movimiento, la música, el texto, la metáfora, la poesía y el trabajo en equipo desprovisto de expectativas y lucimientos personales dan cuenta del savoir faire teatral de todo el equipo artístico de La Guindalera .

Sentí curiosidad por conocer el aspecto innovador que Juan Pastor planteó en el laboratorio de Yerma desde el punto de vista de la actriz.

Lorca se tiende a montar de una forma muy melodramática y muy oscura. Lorca era una persona muy vital. Me ha gustado mucho que Juan insistiera tanto en los ensayos en que la obra es un canto a la vida.  El texto es tan hermoso que cuanto más limpia sea la puesta en escena más se disfruta. Tanto es así que en esta propuesta cuando la palabra llega a su máxima expresión se convierte en canto.  Me ha parecido un acierto convertir algunos parlamentos en música. Y me parece mucho más interesante buscar el alejarse del naturalismo en muchos momentos como la muerte de Juan por ejemplo. Esa Yerma poseída por el influjo de la luna que mata a su marido fríamente hace que veamos a la protagonista como una víctima del sistema y dignifica la figura de la mujer.  Quitarle dramatismo al texto, incluso buscar a veces cierto distanciamiento hace que el espectador se emocione mucho más. 

Es cierto, la estrategia del metateatro nos aleja de la  catarsis de la tragedia, de la ilusión teatral produciendo un alto índice de reflexividad dentro y fuera de la escena que nos permite ver el doble juego, la doble estructura que le permite a María Pastor en el  monólogo de Yerma -no sentirse juzgada-  y mostrarnos el  trágico delirio del personaje a la vez que su nivel de autoconsciencia  en el que la actriz  consigue un juego limpio entre la dimensión de la trágica heroína y la mujer  consciente y empoderada de hoy. 

En este sentido, nos continúa diciendo María, que por una parte estaba el tema principal de la obra, el de cómo los condicionamientos sociales pueden llegar a transformar la naturaleza de un individuo, y por otra, la reflexión  que ofrecen un grupo de actores a modo de coro griego actual  a través de ese texto que  reflexionan sobre lo que pudo ser la vida de nuestros abuelos hace no tanto, sobre cómo hoy en día la liberación de la mujer se sigue enfrentando a viejas estructuras que no son más que patrones de comportamiento heredados de los que quizá no es tan fácil desprenderse. 

En todo caso, las estrategias metateatrales  aplicadas por Juan Pastor en  su propuesta de Yerma,  tales como, la improvisación, la autonomía de los personajes, el uso de la libertad que confiere el teatro, la  participación del  público, la totalidad que emerge del conjunto, la  música, el  baile, el  canto, el uso de máscaras, títeres y/o disfraces, también  las encontramos en la obra de Lorca El Público, en la que el autor crea  su  propio manifiesto metateatral cuando el personaje del Director Los Hombres que representan la relación turbulenta entre teatro tradicional y el teatro nuevo,  introducen  en sus obras,  sus propios principios creadores y didácticos que confieren al teatro un carácter conceptual propio del teatro de ideas que nos muestran los mecanismos , las fuentes y los orígenes de su creación, de su autoconsciencia.

La Yerma de Juan Pastor, es una Yerma con consciencia de su drama, consciente de sus pensamientos , que procesa información selectiva tanto interna como externa, atenta a los estímulos que le permiten definir su individualidad o más desafiante aún observar su propia mente y saber lo que siente, lo que piensa, lo que quiere.  Yo Yerma soy una mujer que pertenece  a una sociedad cerrada que solo me ofrece el estatus de súbdita  de una autoridad a la que he de obedecer, así en la tierra como en el cielo, y pienso   en el asesinato, el suicidio, el aislamiento como   la única salida de poner fin  a su espanto y conseguir su libertad.

Juan Pastor como director de escena conocedor del  aspecto autorreflexivo, autoconsciente de este género,  lo  utiliza no solo como estrategia para quitar hierro a la amenaza que supone  montar Yerma para una joven compañía de actores, sino como fórmula para reflexionar   y crear consciencia sobre la carga histórica de los mandatos sociales y los roles de la mujer entre el ayer y hoy. 

Así mismo Juan Pastor, nos ofrece una reflexión entre los géneros  teatrales: la tragedia, la comedia y el metateatro,  en  el  que  la tragedia no es tragedia   por razón de la comedia, y la comedia no es comedia por razón de la tragedia (Gray, 2011).

Mientras en el patio de butacas se agolpan   las preguntas en el espacio mental del espectador que ya experimenta la consciencia del juego metateatral. ¿Realmente ha cambiado algo? ¿Seguimos ingenuamente obedeciendo a caducos patrones  sociales con otras máscaras, bajo el enunciado de nuevas leyes, en forma de proyectos innovadores  y programas de transformación personal? 

Solo se escucha el silencio, antesala de la consciencia en la  que el texto de Lorca se expande en el universo de la recepción metateatral en la que el mundo entero es un teatro y el texto ya no es texto, es el frenesí de la vida y la vida misma la materia con la que están hechos los sueños.  

Las palabras de Lorca van cayendo como calabobo despertando nuestra consciencia: “lo que sufro lo guardo pegado a mis carnes”. “Y cada día que pase será peor”. “Vamos a callarnos”. “Yo sabré llevar mi cruz como mejor pueda, pero no me preguntes nada”.  “Si pudiera de pronto volverme vieja y tuviera la boca como una flor machacada, te podría sonreír y conllevar la vida contigo”. Un texto que todavía da vueltas y experimenta nuevos significados en la consciencia de la actriz, más allá de Yerma.

Un texto que nos encara con la enfermedad, la locura o la peor de las muertes, la muerte en vida , un texto que busca  en el más allá, la vuelta a la vida, al origen, a lo ancestral, a la esencia, a las estrellas,  a la luna, el fuego, la medicina de las plantas, la danza  a los cuatro vientos en medio de la noche, el canto del río que trae la respuesta del más allá, como el único camino hacia nuestra  humanidad  y nuestra libertad. 

“La vuelta a lo ancestral es necesaria. No como un acto de desesperación sino como la forma de escuchar a tu instinto o a la consciencia universal”, apunta María Pastor o ¿Yerma?.

Tal como hemos analizado, la propuesta metateatral de Juan Pastor,  va  mellando los patrones tradicionales del teatro desde la ruptura y muestra las costuras del tejido teatral. No podemos dejar de hablar del rango semántico temporal que  aporta el vestuario que va desde la antigua Grecia hasta nuestro último verano en el campo y que a la vez constituye junto a los objetos, uno de los principales  apoyos para la compañía de actores La Guindalera, María Pastor, José Carrasco, Clemente García, Marina Andina, Alicia González y Raquel Pardos que se alzaron en el escenario desde el principio entonando calladamente  el todo para unos y el uno para todos de una nueva generación de jóvenes actores.

En el silencio de la grada de la sala negra del Teatro del Canal se pudo escuchar durante toda la función , a manera de un bajo continuo, la respiración atrapada detrás de las mascarillas de los espectadores, que desapareció con el aplauso final del público. 

Resultaba irónico estar atrapados detrás de las mascarillas, quizá, en el único espacio  de libertad que nos queda, ese delicioso delirio que es el teatro y el arte  en todas sus manifestaciones , la esencia de lo imposible, de lo que no para , de lo que se mueve libremente en clandestinidad. Escapar en un sueño, una ficción y gozar de nuestro verdadero poder esencial: la imaginación.

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