PRISIONES DEL ALMA

DRAMATURGIAS DEL SIGLO XXI

#TeatroConfinado / Teatro de La Abadía

Idea original, selección de textos, dramaturgia y asesoría vocal: Raúl Losánez / Dirección escénica y dramaturgismo: Ana Contreras / Reparto: Lola Casamayor y Eva Rufo

Estreno 26 de noviembre de 2020 / 38 Festival de Otoño de Madrid

Espectáculo de teatro confinado realizado desde la Iglesia del Santo Cristo del Olivar de Madrid.

Se puede descargar un pdf de esta obra de nuestra serie Revista Teatro: Colección Textos / Creación.

0

En la calle

ANA:

(Voz en off) Cuando nos propusieron crear un recital de poesía mística para la sala virtual del Teatro de la Abadía -teatro que, como su nombre indica, fue iglesia antes que espacio escénico- nos pareció importante buscar un lugar emblemático de los dos mundos que confluyen tanto en la Abadía como en este espectáculo: los mundos de la escena y de la espiritualidad. Así que el primer lugar en el que pensamos fue este (se enciende la cámara): la iglesia de San Sebastián de Madrid. A ella estuvieron vinculados tres de los poetas que vamos a escuchar ahora: Lope, Bécquer y Espronceda, y aquí estuvo la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena, una especie de sindicato de actores y actrices del XVII y XVIII (pausa). Demasiado obvio, quizás, ¿no? Pero, justo enfrente (la cámara cambia de dirección) está la calle de los Cañizares. Y en ella, quien sabe si por casualidad o providencia, la iglesia del Olivar, erigida en el siglo XVII por la Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, fundada por los Trinitarios. A la congregación pertenecieron grandes dramaturgos del Barroco como Lope, Calderón, Quevedo, Cervantes, Solís, Montalván. Y trinitarias fueron las grandes dramaturgas sor Marcela de San Félix y sor Francisca de Santa Teresa. No es casualidad que se dé esta confluencia de mundos. En realidad, como sabemos, teatro y rito tienen un origen común y comparten la preocupación por lo que podemos denominar una misma trinidad filosófica: la ética, la trascendencia y la belleza.

1

La cámara se dirige a la puerta de la iglesia. Se escuchan los
ruidos de la calle.

EVA:

Dijo la sombra a la luz:
de negra pena me muero
cuando no me miras tú.

2

La cámara entra en la iglesia.
Se ve la imagen de San Antón con niño.

LOLA:

¡Oh, hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis
y sin dolor deshacéis
el amor de las criaturas.

¡Oh, nudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales!
No sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.

Quien no tiene ser juntáis
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar, amáis,
engrandecéis vuestra nada.

3

Los rostros de la Virgen de Fátima y Santa Catalina de Siena.

EVA:

Hermosos ojos serenos,
laberintos del amor
en cuyas luces, dichosa,
se pierde quien los miró.

En la guerra de la ausencia
prisionera vuestra soy;
en donde vivo contenta,
dichosa con mi dolor.

Vuestra divina hermosura
es la causa de mi amor,
que amar lo perfecto es dicha
y amar lo imperfecto no.

4

El agua bendita y el espíritu santo.

LOLA:






EVA:
LOLA:
EVA:


LOLA:

EVA:





LOLA:


EVA:

LOLA:
EVA:

¡Oh, llama de amor viva  
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro! 

¡Oh, cauterio suave!
¡Oh, regalada llaga!
¡Oh, mano blanda! ¡Oh, toque delicado
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.

¡Oh, lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras;
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente 
me enamoras!

5

La escoba de San Martín de Porres.

LOLA:

Cuando pienso, Señor, la repetida
ofensa a tu deidad por mi pecado,
te juzgo contra mi tan irritado,
que me borres del libro de la vida.

La oveja me consuela que perdida
volvió sobre tus hombros al ganado;
misteriosa figura del cuidado
que te cuesta la sangre redimida.

Esta oveja infeliz, hoy separada
de su sacro redil, suspira ansiosa
el dulce pasto de tu fiel manada.

No permita, Señor, tu poderosa
ardiente caridad, que prenda amada
sea del lobo presa vergonzosa.

6

La mirada a ras de suelo

EVA:

Yo me muero de amor, que no sabía,
aunque diestro en amar cosas del suelo,
que no pensaba yo que amor del cielo
con tal rigor las almas encendía.

Si llama la moral filosofía
deseo de hermosura a amor, recelo
que con mayores ansias me desvelo
cuanto es más alta la belleza mía.

Amé en la tierra vil, ¡qué necio amante!
¡Oh, luz del alma, habiendo que buscaros,
qué tiempo que perdí como ignorante!

Mas yo os prometo ahora de pagaros
con mil siglos de amor cualquier instante
que por amarme a mí dejé de amaros.

7

El altar iluminado con multitud de velas y cristales

LOLA:

Este largo martirio de la vida,
la fe tan viva y la esperanza muerta,
el alma desvelada y tan despierta
al dolor, y al consuelo tan dormida;

esta perpetua ausencia y despedida,
entrar el mal, cerrar tras sí la puerta,
con diligencia y gana descubierta
de que el bien no halle entrada ni él salida;

ser los alivios más sangrientos lazos
y riendas libres de los desconciertos,
efecto son, Señor, de mis pecados

de que me han de librar esos tus brazos,
que para recibirme están abiertos
y por no castigarme están clavados.

8

Ambón, altar y presbiterio

EVA:

Yo no sé lo que yo tengo,
ni sé lo que me hace falta,
que siempre espero una cosa
que no sé cómo se llama.

9

La Virgen del Rosario

LOLA:

Por las calles y plazas voceando,
buscando te he andado, Amado mío;
mil días han pasado, y no te hallando,
con dolorosas ansias a ti envío
mil suspiros; y a todos conjurando,
me arroja cada cual y da desvío.
Vuelvo con triste llanto y cruda pena…
a soltar al dolor copiosa vena.

10

Deambular por el ábside y el coro

EVA:



LOLA:







EVA:







LOLA:







EVA:





JUNTAS:

LOLA:



EVA:


LOLA:

LOLA:



EVA:

JUNTAS:

EVA:

LOLA:

EVA:
LOLA:

EVA:

LOLA:

EVA:

LOLA:
EVA:
JUNTAS:

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí.
Cuando el corazón le di
puso en él este letrero:
que muero porque no muero.

Esta divina prisión
del amor en que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte en que el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero 
porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera
no se goza estando viva.
Muerte, no seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Cuando me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
viendo que puedo perderte,
se me dobla mi dolor.
Viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
Que muer
porque no muero.

Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte.
Mira que muero por verte
y vivir sin ti no puedo,
Que muero porque no muero.

11

La una a la otra.

EVA:



LOLA:

Alma que, estando muerta
y en horrores de vicios sepultada,
Dios te llama y despierta
con una voz tan dulce y regalada:
¿qué haces, que no escuchas
sus amorosos ecos? ¿Con quién luchas?

12

EVA:

Voy como si fuera preso:
detrás camina mi sombra,
delante mis pensamientos.

13

San José con el niño, el corazón de Jesús, las manos entrelazadas
y los lirios.

LOLA:

¡Oh, sobre qué principio tan incierto
fundamos la esperanza de la vida,
como si esta nos fuese concedida
un cierto día, o un instante cierto!

Todo es soberbio mar, no hay fijo puerto
donde vaya la ruta dirigida.
Acaba el joven en su edad florida,
y el anciano también canoso y yerto.

¡Y que podamos, necios y atrevidos
-confuso el mar, el agua turbulenta-,
cual si fuera en la playa estar dormidos!

¡Que seguros en esta gran tormenta
nos juzguemos, estando sumergidos!
¡Oh, oscura ceguedad! ¡Oh, errónea cuenta!

14

Vislumbres a través del humo del incensario. La calavera en la
hornacina vacía, como un tokonomá.

EVA:

Considera que en humo se convierte
el dulce bien de tu mayor contento,
y apenas vive un rápido momento
la gloria humana y el placer más fuerte.

Tal es del hombre la inmutable suerte:
nunca saciar su ansioso pensamiento
y, al precio de su afán y su tormento,
adquirir el descanso de la muerte.

La muerte, triste, pálida y divina,
al fin de nuestros años nos espera
como al esposo infiel la fiel esposa;

y, al rayo de la fe que la ilumina,
cuanto al malvado se aparece austera,
a quien es justo se presenta hermosa.

15

Un pasillo y la puerta estrecha.

LOLA:

Esta sí que es calle angosta,
calle de temor y miedo;
quiero entrar y no me dejan,
quiero salir y no puedo.

16

Feligreses con velas rojas.

EVA:








LOLA:








EVA:








LOLA:








EVA:








LOLA:



EVA:



LOLA:

EVA:

LOLA:
EVA:
LOLA:
EVA:

LOLA:



EVA:

LOLA:






Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, le ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.

Isla yo soy del reposo
en este mar de la vida.
El marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo;
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.

Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer;
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.

Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
pero es eterno mi amor.

En mí la ciencia enmudece,
en mí concluye la duda;
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.

Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
al sueño eterno, amorosa
cual madre te entregaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.
Deja que inquieten al hombre,
que loco al mundo se lanza,
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.

Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.

La capilla del sagrado corazón.

17

La otra a la una.

EVA:
LOLA:
EVA:
LOLA:
EVA:
LOLA:
EVA:
LOLA:

¿Quién eres?
Ya ni me acuerdo.
¿De dónde vienes?
No sé.
¿A dónde vas?
Qué sé yo.
¿Qué haces aquí?
¡Qué he de hacer!

18

El rostro de Lola

LOLA:

Aquí la envidia y la mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa
ni envidiado ni envidioso.

19

El rostro de Eva.

EVA:

El ímpetu cruel de mi destino
¡cómo me arroja miserablemente
de tierra en tierra, de una en otra gente,
cerrando a mi quietud siempre el camino!
¡Oh, si tras tanto mal grave y contino,
roto su velo mísero y doliente,
el alma, con un vuelo diligente,
volviese a la región de donde vino!
Me iría por el cielo en compañía
del alma de algún caro y dulce amigo,
con quien hice común acá mi suerte.
¡Oh, qué montón de cosas le diría,
cuáles y cuántas, sin temer castigo
de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!

20

Los sillares vacíos del coro.

LOLA:

Por mi gusto en la corriente
no sé lo que entré a buscar,
y sin sentir me ha llevado
la corriente hasta la mar.

21

Lento ascenso hasta la vidriera.

EVA:






LOLA:

¿De dónde vengo?… El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido
allí estará mi tumba.

22

Nieva sobre el altar.

EVA:




LOLA:

EVA:
LOLA:

EVA:

Hacia la raya en que el redondo cielo
parece unirse al mar, en lontananza,
tiende la nave audaz su blanco vuelo;
pero a medida que en el mar avanza,
se va alejando ante su proa el velo
del horizonte que jamás alcanza:

¡símbolo eterno del humano anhelo
que burlado revive en la esperanza!

Llegó a Puerto la nave. 
Lo mezquino
podrá el hombre alcanzar sobre la tierra
si logra abrir a su ambición camino.

Pero… lo que ennoblece su destino
es su inútil luchar en esta guerra
en que el alma persigue lo divino.

23

Una constelación de luces en el suelo del pasillo central.

LOLA:
EVA:
LOLA:

EVA:
LOLA:
EVA:
DOS:

Allá arriba el sol brillante,
las estrellas allá arriba;
aquí abajo los reflejos
de lo que tan lejos brilla.

Allá lo que nunca acaba,
aquí lo que al fin termina;
¡y el hombre atado aquí abajo
mirando siempre hacia arriba!

Salida de la iglesia. 
Ha anochecido. 
Se escucha el ruido de los coches 
y las conversaciones de los viandantes.

FIN

ÍNDICE DE POEMAS Y AUTORES

Copla 1 (Dijo la sombra a la luz). Augusto Ferrán
(Oh, hermosura que excedéis). Santa Teresa de Jesús
(Hermosos ojos serenos). Del alma enamorada a su esposo. Sor Isabel de Jesús
Llama de amor viva. San Juan de la Cruz
(Cuando pienso, Señor, la repetida). Ignacio de Luzán
(Yo me muero de amor, que no sabía). Félix Lope de Vega
(Este largo martirio de la vida). Diego de Silva y Mendoza, conde de Salinas
Copla 2 (Yo no sé lo que yo tengo). Augusto Ferrán
(Por las calles y plazas voceando). Ansias de amor (fragmento). Sor María de San José
(Vivo sin vivir en mí). Santa Teresa de Jesús
(Alma, que estando muerta). Sor María de la Antigua
Copla 3 (Voy como si fuera preso). Augusto Ferrán
(Oh, sobre qué principio tan incierto). De la muerte. León de Arroyal
(Considera que en humo se convierte). Emilia Pardo Bazán
Copla 4 (Esta sí que es calle angosta). Augusto Ferrán
(Débil mortal, no te asuste). Canción de la muerte. José de Espronceda
Copla 5 (¿Quién eres? Ya ni me acuerdo). Augusto Ferrán
(Aquí la envidia y la mentira). Al salir de la cárcel. Fray Luis de León
(El ímpetu cruel de mi destino). Francisco de Aldana
Copla 6 (Por mi gusto en la corriente). Augusto Ferrán
(¿De dónde vengo?… El más horrible y áspero). Rima LXVI. Gustavo Adolfo
Bécquer
(Hacia la raya en que el redondo cielo) El navío. Domingo Rivero
Copla 7 (Allá arriba el sol brillante). Augusto Ferrán

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