Del gris COVID al AZUL Bilbao (entrevista a Itziar Lazkano y Felipe Loza)

Entrevistas

Por Marina Ruiz Cano (Le Mans Université, Francia)| Feb 26

La Covid-19 sorprendió al teatro bilbaíno a punto de estrenar Madre Coraje y sus hijos en el Teatro Arriaga, cuyo estreno estaba previsto para el 15 de marzo de 2020. Los efectos de la pandemia en el teatro han sido casi más devastadores que los de aquella guerra en la que Bertolt Brecht situaba la acción de esta obra. Coraje, y mucho, es lo que ha hecho falta para poner de nuevo en marcha el engranaje teatral, pero no olvidemos a la dama Fortuna: todo lo que viene se va… y lo que se fue, por suerte, está de vuelta. 

En el caso del ecosistema teatral de Bilbao, el regreso del teatro tomó como punto de partida las producciones locales, a menudo propias del Laboratorio teatral de Pabellón 6, que fueron representadas tanto en este espacio a las afueras de la ciudad como en el Teatro Arriaga. Una decisión pragmática, factible y menos arriesgada ante la inestabilidad de un sector cultural que, por suerte, no llega a la situación crítica de Francia o de Bélgica, donde museos, teatros, cines y salas de conciertos permanecen cerrados sine die.

Itziar Lazkano

Si nos fijamos en la cartelera teatral de esta ciudad desde la reapertura de las salas, encontramos algunos temas comunes recurrentes: el artista y sus circunstancias[1], el cabaret como medio de hacer frente a la crisis o de evadirse de ella[2] o la reivindicación de la fuerza de las mujeres[3]. Para conocer mejor la situación dramática, pero no trágica, de la escena bilbaína actual, e intentar comprender la elección de las obras post-covid, hemos entrevistado a Itziar Lazkano y Felipe Loza, ambos actores y directores. En los años 1970 y 1980 fueron miembros de Cómicos de la legua y de Karraka, y en la actualidad, forman parte de los socios fundadores del Pabellón 6, un espacio inaugurado a las afueras de Bilbao en agosto de 2011, en medio de la crisis económica.

Felipe Loza

Itziar, la COVID te sorprendió a punto de estrenar la versión que hiciera Buero Vallejo de Madre Coraje y sus hijos, bajo la dirección de la joven directora María Goiricelaya. ¿Cómo recibiste la noticia? ¿Qué sentiste al poder representarla, por fin, en octubre de 2020? 

IL.- La suspensión del estreno de Madre Coraje fue un duro impacto, difícil de asimilar. Aquel día estábamos ultimando la promoción con las últimas entrevistas, muy consecutivas. Iba a ser una jornada con mucho ajetreo en los medios, cuando a media mañana, nos avisan de que se anulaba la siguiente entrevista porque acababan de dar la noticia del cierre total; se suspendía el ensayo de la tarde y teníamos que encerrarnos en casa quince días. Frustración, toda aquella energía concentrada para el estreno se desvanecía como un sueño tonto. Nos consolábamos pensando que en dos semanas todo habría pasado, la escenografía ya estaba montada, el vestuario en su percha, todo listo para retomarlo enseguida; un engorro pasajero….

Ocho largos meses pasaron hasta que llegó el estreno en octubre, y también la incertidumbre: los patios de butacas con aforo reducido, el público con mascarilla, los actores ensayando con FFP2 y pruebas PCR para subir al escenario porque el elenco era numeroso. El estreno fue tomado por el público como el acontecimiento social que rompía el aislamiento. Verlos desde el escenario, embozados en un silencio de sepelio, conmovía y extrañaba. Llegó al fin la alegría de los aplausos; un calor de gratitud que no olvidaremos.

Supongo que este largo paréntesis ha sido duro, tanto personal como profesionalmente. ¿Cómo describiríais estos tres meses de parón? 

FL.- En ese trimestre supongo que todos nos confinamos en un espacio emocional un tanto convulso, e inédito. Nos pilló la peste entretenidos en nuestras mil cositas cotidianas, y quiso despertarnos de la ficción con un rotundo sopapo, para desvelar la fragilidad de nuestra presencia en la vida. Familiares enfermos, proyectos aplazados, y la muerte que te ronda en los pasillos del supermercado. No sé si el miedo fue más intenso que el estupor, pero es verdad que el tiempo se hizo cremoso, y que inventamos nuevas costumbres para matar el rato y el aburrimiento. Por ejemplo, una amiga asturiana, y yogui, se quedó aislada en una abadía de la Toscana; cada mañana nos daba desde el paraíso una sesión telemática de respiración y estiramiento. Aprendimos a estructurar el tiempo con nuevas rutinas. Así, la ansiedad se hizo desgana, y el estrés una mala noticia del pasado. Para nuestra sorpresa, con los meses, acabamos encontrando acomodo en una perezosa modorra, de la que solo nos sacaban los dolores del telediario.

Ambos habéis vuelto con fuerza desde que se retomó la vida teatral en el pasado mes de junio. Felipe, has vuelto a interpretar tu monólogo El Gilipollas – que aún recuerdo de mis años de instituto – y has dirigido los espectáculos Cabaret Chihuahua Sabias ellas. Itziar, a parte tu papel como Ana Fierling ya mencionado, has actuado en Hoy, última función; Sabias Ellas y El viaje a ninguna parte. ¿Recordáis la sensación de vuestra vuelta tras este largo paréntesis (ya sea como intérprete, público o en la dirección)?

IL.- En junio del 2020 se abrió la posibilidad de reemprender los trabajos, que, como es lógico, fue recibida con una alegría muy moderada por el miedo. Por fin se abrían las salas, pero también las nuevas incógnitas: ¿Vendría el público, exponiéndose al contagio en un recinto cerrado? ¿Estarán seguras las actrices y los actores entre los miasmas de gotículas que pululan en el aire de la escena, por la inevitable proyección de voz? ¿Es rentable un teatro a medio aforo?

Dado que solo encontraríamos las respuestas en la acción, decidimos ponernos a ello con cabeza. Rebuscamos en nuestra historia laboral aquellos trabajos de pequeño formato (monólogos, dúos) que nos aseguraban la salud y la solvencia. Los riesgos sanitarios y económicos se minimizaban con el repertorio de elencos reducidos. También influyó la promesa placentera del reencuentro con espectáculos que ya se daban por fallecidos. 

Una vez constatado que en el público es más poderoso el amor al teatro que el miedo, y que en los actores manda más el amor al trabajo que al sueldo, por fin nos hemos atrevido a programar espectáculos más grandes, y la cosa sigue en marcha. Seguimos.

¿Y cómo ha reaccionado el público?

FL.- Primera constatación: Ya nadie tose en el teatro. Seguramente porque nadie quiere ser señalado como apestado. Excelente noticia para los actores. Es sabido que, con la excepción de los inevitables resfriados, la tos es leída por actrices y actores como síntoma de desconexión del público, malestar, incluso crítica larvada. Esto es ahora un paraíso de silencios expectantes 

Segunda constatación: con mascarilla se ríen un poco menos. Las distancias de seguridad dificultan el efecto gregario imprescindible en la explosión de la risa. 

Tercera constatación: Son más efusivos en la respuesta final, intenso el aplauso, agradecido el reconocimiento.

Es de resaltar que el público está llenando las salas sistemáticamente. Es probable que la ausencia de otras posibilidades de ocio esté colaborando en la magnífica respuesta. Incluso en aquellos espectáculos que han tomado como asunto la influencia del Covid en nuestras vidas, en tono de comedia (Todo saldrá bien y Stand By, de la Gazte Konpainia/Compañía Joven de Pabellón 6), han ido a llenazo continuo. Gracias sinceras a nuestro querido público.

¿Cómo afecta esta distopía que hemos vivido, y en la que aún seguimos sumidos, a vuestra creación?

IL.- Curiosamente está siendo una de las épocas más intensas de trabajo. Hay una inusitada profusión de producciones, una especie de reacción nerviosa y valiente contra los malos augurios. A las nuevas, se están añadiendo las producciones que quedaron relegadas por el confinamiento, con lo que la programación de las salas en estos últimos meses está siendo esplendorosa. Como espectador te ves obligado a seleccionar a desgana entre opciones excelentes por cuestión de presupuesto. Quedamos anhelando el momento de los aforos completos. Llegará. Ya se presiente.

El Teatro Arriaga de Bilbao cumplió 130 años el pasado 31 de mayo de 2020 y lo hizo solo, a oscuras, en silencio; a las antípodas de esa “celebración colectiva en vivo” que define a las Artes escénicas. Con la pandemia, el componente ritual y comunitario se han visto sustituidos por el teatro grabado – por ejemplo, a través del servicio de la Teatroteca propuesto por el Centro de Documentación Teatral – o por iniciativas como el Teatro Confinado, con representaciones en directo a través de la pantalla. ¿Ha habido alguna iniciativa de este tipo en Bilbao? ¿Qué pensáis de esta experiencia teatral “mediada”?

FL.- Hemos sido voraces consumidores de los trabajos de la Teatroteca y del Teatro Confinado en los larguísimos días de encierro, pudiendo disfrutar de espectáculos que no vimos en su día. Nos parece muy acertada la adaptación de obras de teatro a los soportes audiovisuales, sobre todo cuando, como en este caso, se realiza además el esfuerzo de darle un tratamiento específico con el lenguaje y recursos puramente cinematográficos. La intensidad del trabajo actoral junto con la sencillez de los medios materiales del teatro, y la específica narrativa de las dramaturgias, se intensifican de manera novedosa con los recursos de planos, montaje, puntos de vista y ritmos cinematográficos. El resultado no es cine, no es teatro. Es otro género. Esperamos que esta experiencia se quede con nosotros para siempre, más aún entre los espectadores y creadores de la periferia, que no siempre tenemos acceso a las producciones de los grandes centros de creación. 

Otra iniciativa innovadora ha sido el Teatro de guardia, teatro telefónico impulsado por el Teatro del Barrio, a lo largo del Festival de Otoño de Madrid. ¿Qué sería de la sociedad sin este “teatro de guardia”?

IL.- El Teatro del Barrio es para nosotros un referente; siempre que vamos a Madrid, y suele ser a menudo, nos pasamos por su sala con la seguridad de que esa tarde veremos algo sorprendente. Nos identificamos con su concepción de la cultura popular y de vanguardia; un teatro útil, crítico y con voluntad de cambio social. Lo del teatro telefónico es una genialidad más de quien se ve obligado a suplir con la imaginación y la astucia las grandes dificultades que hay que enfrentar para crear con medios escasos. Es evidente que para nosotros la sociedad sería más lóbrega sin un Teatro de Guardia que nos atendiese las 24 horas con sus pócimas medicinales.

El Pabellón 6 ha redinamizado sin duda alguna el ecosistema teatral bilbaíno, tanto por la aparición de un nuevo lugar como por el nacimiento de la Gazte konpainia/Compañía joven, constituida legalmente el 30 de octubre de 2019, poco antes de que la vida teatral se frenara en seco y anulara sus espectáculos Mi último baile ¿Qué fue de Ana García?. Este colectivo acaba de inaugurar su propio espacio este otoño, lo cual es una excelente noticia en estos momentos en los que varios teatros se ven obligados a echar el telón.

Ambos conocéis desde hace tiempo a estos jóvenes y habéis trabajado con ellos antes de su emancipación teatral. Por ejemplo, Felipe, los dirigiste en Aborígenes (2018). ¿Cuál ha sido la actitud de estos jóvenes ante esta situación de mal agüero? En función de esta energía de las nuevas generaciones, ¿cómo pronosticáis la salud de la escena bilbaína en el futuro?

FL.– Ya son cinco las promociones que se han insertado en la Compañía Joven de Pabellón 6, y la sexta promoción está a punto de estrenar [E1] el 11 de marzo su Migraaaaaantes, con todas las entradas del estreno agotadas desde hace días. Esto quiere decir que una cincuentena de actrices y actores jóvenes están trabajando a nuestro lado, gracias al impulso poderoso de la voluntad de Ramón Barea para dar salida profesional a las chicas y chicos que acaban sus estudios en las escuelas de arte dramático. Podéis imaginar la energía creativa que borbotea por allí. Ahora ya tienen su propia sala que programan con propuestas renovadoras, atrayendo a un inusitado gentío millenial, y llenando la sala diariamente de gente muy joven que quiere ver espectáculos inventados desde su generación.

No creemos ser optimistas en exceso cuando auguramos un futuro repleto de teatro en nuestra zona de influencia. Esta generación está mucho más preparada que nosotros a su edad; juntos aprendemos todos. Los mayores aprendemos de su desparpajo, de sus habilidades técnicas, y de su para nosotros novedosa visión de la realidad. La sinergia generacional funciona, porque ellos aprenden de nuestra cultura de Teatro Independiente, del “háztelo tú mismo, chaval, que pa’ luego es tarde, y confía en ti mismo porque tú vales mucho”. No esperes a que vengan a buscarte. La cosa está que explota entre tanto joven. La vida se renueva.

¿Qué proyectos teatrales estáis preparando? 

IL.- Felipe estrenará como actor una producción del Teatro Arriaga el 8 de abril. Está en proceso de ensayos Es una versión teatral de una película de culto entre cinéfilos: Faces, de John Cassavetes. Un drama de realismo psicológico americano de 1968. Una historia de vacío existencial y huidas del aburrimiento hacia el vacío y el fiasco. Un reto grande.

Yo continúo en gira con la recién estrenada Viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez y con Madre Coraje de Brecht. Estamos además dirigiendo juntos El Retablillo de Don Cristóbal, de Lorca, que se estrena en las jornadas de teatro breve en P6.  Así que, de momento, todo marcha.


[1] Pensamos en Hoy, última función con Itziar Lazkano y Ramón Barea, primera función del Pabellón 6 tras su reapertura; El viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez en el Arriaga, con una producción local dirigida por Ramón Barea, Rámper, vida y muerte de un payaso, obra dirigida por Imanol Ituiño e interpretada por Juan Paños

[2] Tiempos de Cabaret y Cambalache, dirigido por Calixto Bieito e interpretado por Gurutze Beitia en el Teatro Arriaga el 14 de julio de 2021; El cabaret Chihuahua escrito y dirigido por Felipe Loza y estrenado en 2013 o Simplicissimus, dirigido por Patxo Telleria y Jokin Oregi e interpretado por Patxo Telleria, Olatz Ganboa y Getari Etxegarai.

[3] Las raíces cortadas, obra de Jerónimo López Mozo y dirigida por Ramón Barea, con Irene Bau como Clara Campoamor y Juana Lor como Victoria Kent, La mejor madre del mundo, con Juana Lor en la dirección e interpretada por Leire Ucha, Haizea Aguila, Karmele Larrinaga, Eneritz García e Iñaki Maruri o ls reposiciones de Ecografías, con Irene Bau dirigida por Ramón Barea o Sabias ellas, con Itziar Lazkano, Reyes Moleres, Nagore Navarro, Juana Lor y Aiora Sedano, bajo la dirección de Felipe Loza.

Deja una respuesta