Agrupación Señor Serrano. BIRDIE: emigración bajo par.

España, Reseñas

Marcos García Barrero (University of Connecticut) / 16 de septiembre de 2021

La Agrupación Señor Serrano es una compañía barcelonesa con un amplio recorrido internacional. De hecho, algunos de sus montajes han sido llevados a los más importantes festivales del mundo e incluso a bienales de arte contemporáneo, como la de Venecia. Birdie, presentado en el teatro Jovellanos de Gijón en la temporada de 2021, representa perfectamente las coordenadas transfronterizas por las que la compañía se mueve. 

Photo by Pascual Gorriz

El tema central de la obra son las migraciones. El riesgo es casi obvio: caer en una propuesta demasiado discursiva o excesivamente politizada para un montaje teatral. Sin embargo, la compañía lo aborda de una forma lúdica y “poética”. Entrecomillo esta última palabra, pues suele ser interpretada de muchas maneras, en lo que a la escena se refiere.

En este caso, la poesía de la puesta en escena responde, sobre todo, al uso de una figura estilística. Me refiero, principalmente, a la metáfora. La Agrupación Señor Serrano la maneja de forma brillante, y lo hace de dos maneras: mediante el uso de la imagen en formato audiovisual y mediante la disposición de la palabra oral. 

Photo by Pascual Gorriz

Curiosamente, la compañía presenta un “teatro de texto” muy alejado formalmente de lo que a priori podría esperar un espectador familiarizado con el teatro basado en la palabra. En Birdie, ninguno de los cuatro actores del montaje pronuncia palabra alguna. Su labor consiste principalmente en conducirse por -y operar sobre- un conjunto de maquetas ordenadas con extremo cuidado sobre el escenario.

El texto, las palabras que escucha el espectador, corren a cargo de una voz en off femenina que habla en inglés, cuya traducción puede leerse en los rótulos de la parte superior del teatro. Mientras tanto, los tres hombres ejercen de servidores de escena. Son los encargados de crear las imágenes que la narradora cuenta o, simplemente, sugiere. Los servidores realizan con una precisión digital cada uno de los movimientos necesarios para el buen curso del espectáculo, y durante la representación filman (in actu, en el momento de la acción) cada una de las maquetas. De esta forma, el público puede ver cada minúsculo detalle de las mismas proyectado sobre una gran pantalla que ocupa el centro del escenario. 

Photo by Ariane Cuminale

Esta narrativa resulta bastante interesante pues todo lo que se graba (siempre objetos y maquetas mínimas) aparece en una pantalla grande situada en el centro de la escena. Así el espectador disfruta de una lupa gigantesca que le permite ver los detalles de los objetos diseminados y movidos por el escenario. En la pantalla se combinan tres tipos de fuentes audiovisuales: las que se graban en directo sobre el escenario, las que corresponden a fuentes audiovisuales de otros creadores (Hitchcock, noticias de prensa, la ciudad de Melilla) y las creaciones audiovisuales elaboradas o manipuladas por la compañía, antes de la representación del espectáculo.

Lo que a mi juicio resulta brillante en Birdie no es sólo su realización técnica o la seriedad del tema, sino el logro que representa unir elementos tan aparentemente dispares como: algunas secuencias de Los pájaros, de Alfred Hitchcock; la historia de la ciudad de Melilla; y el análisis de una fotografía real que retrata a unos migrantes africanos tratando de saltar la valla melillense, y a unas mujeres jugando al golf al otro lado de la valla. Si hay algo difícil de hacer en el arte, y aún más en el teatro, es ser analítico sin peder el sentido lúdico, pues bien: eso es lo que consigue la compañía cuando explica, mediante un análisis detallado de la fotografía, la proporción áurea y la relación de ésta con el tema principal de la obra. 

La función se inicia con noticias varias sobre las migraciones de las aves y las migraciones humanas; se intercalan imágenes de la actriz Tippi Hedren -huyendo de unos pájaros en la película de Hitchcock- con fotos de promociones turísticas de la ciudad de Melilla; y, finalmente, el relato de un fotógrafo -el que tomó la foto de los migrantes intentando saltar la valla para llegar a España- empieza a cobrar protagonismo. En este momento el espectador se encuentra ante una interesante mezcla de narración novelística y teatro audiovisual.

Por si esto fuera poco, la maqueta central que ocupa la mayor parte del escenario empieza a tener cada vez más protagonismo al intercalarse con cada uno de los elementos anteriores. La disparidad de los elementos a la que me he referido toma gradualmente sentido a medida que avanza el espectáculo, por la sencilla razón de que la Agrupación Señor Serrano se toma su tiempo para disponer todos estos elementos de forma ordenada y progresiva; y así, al espectador atento se le permite poco a poco engranar las piezas audiovisuales (las aparentemente ajenas entre sí) con lo que se filma, in situ, en la maqueta central. Ésta se compone de figuras en miniatura de animales y humanos que recorren un enorme desierto a la búsqueda de ese algo que la obra promete. 

Los cuatro actos en los que se divide la obra tiene títulos tan sugerentes como: 1) Qué vienen, 2) Son pájaros, ¿no?, 3) Nunca dejan de migrar, y 4) ¿Es el fin del mundo?. Por si esto no fuera suficiente la compañía se permite analizar con toda la calma del mundo la fotografía de unos migrantes intentando saltar la valla: a un lado, África; al otro, unas mujeres de clase media jugando al golf. Lo que otros creadores habrían aprovechado para hacer una manifestación panfletaria es utilizado por Señor Serrano para -de una forma entretenida- provocar una reflexión lúdica y honda sobre el contenido de las imágenes que consumimos y para que nos preguntemos si realmente éstas cuentan lo que aparentemente cuentan.Finalmente, creo que el espectador que haya seguido la historia recibe un premio: exclamar eureka o, lo que es lo mismo, unir todas las ideas del espectáculo en una sola, verbigracia del uso metafórico que la compañía hace de todos los elementos desplegados sobre la escena. De esta manera, la proporción divina, o áurea, a la que se alude durante el análisis de la fotografía, juega a favor no solo de la composición estética, sino de la profunda convicción de haber entendido algo a través del placer de los sentidos, y no solo mediante el ejercicio de la razón.

Equipo. Creación: Àlex Serrano, Pau Palacios y Ferran Dordal / Performance: Àlex Serrano, Pau Palacios y David Muñiz / Voz: Simone Milsdochter / Project manager: Barbara Bloin / Diseño de iluminación y videoprogramación: Alberto Barberá / Diseño de sonido y banda sonora: Roger Costa Vendrell / Videocreación: Vicenç Viaplana / Maquetas: Saray Ledesma y Nuria Manzano / Vestuario: Nuria Manzano / Asistente de producción: Marta Baran / Asesora científica: Irene Lapuente. La Mandarina de Newton / Asesor del proyecto: Víctor Molina / Asesoramiento legal: Cristina Soler / Management: Art Republic.

Deja una respuesta