HOY PUEDE SER MI GRAN NOCHE: entretenimiento hecho Arte

España, Reseñas

Por Javier Ortiz (Productor de El Sol de York y Gestor Cultural) / 22 de mayo de 2021

Es un lugar común, pero cierto, que a la comedia se le concede menos valor que al drama. Que en esas circunstancias la compañía Teatro en Vilo se haya convertido en una presencia constante en nuestros escenarios y que atesore premios como el Ojo Crítico de RNE da una medida de su calidad. Desde su desembarco en España en el Festival Talent no han parado de trabajar, dar talleres y enriquecer la vida teatral madrileña y gallega con una visión internacional y la aplicación de las enseñanzas del maestro Lecoq.  Andrea Jiménez y Noemí Rodriguez pueden tomarse a broma cualquier cosa menos el juego. Y eso, que tan refrescante resulta, se transmite al escenario. Todo lo que hacen tiene un aire de desenfado que da la apariencia de facilidad, a pesar de que el trabajo que Noemí Rodriguez presenta en escena es excelente en la composición y en el retrato de personajes que en manos menos hábiles parecerían clichés o tipismo facilón. Otra de las habilidades de la compañía es su facilidad para generar complicidad: con sus equipos y con el público. Y esa complicidad es a la vez, una gran herramienta y un límite para sus posibilidades escénicas. Herramienta porque es raro que el público no se divierta cuando ve sus montajes, y límite porque a veces da la sensación de que se apoyan demasiado en esa complicidad para conformarse con un resultado eficaz, pero por debajo de sus capacidades. Y es que, además, Teatro en Vilo es una compañía comprometida. El compromiso social de sus talleres se completa con los temas que tratan en sus piezas: el coste de la vida contemporánea en Interrupted, los sueños de su generación en Generación Why o las nuevas masculinidades en Man Up Todos estos espectáculos siguen en cartel, como prueba de su gran aceptación entre el público.

En el caso de Puede ser mi gran noche, los temas son la autoficción, la memoria personal como retrato de un país, los sueños truncados de dos generaciones (padre e hija) y sus efectos en una familia gallega de clase media. Y el fracaso, inmerso en la euforia de la España de 92. Es un tema recurrente en la dramaturgia actual, desde Años 90, nacidos para ser estrellas primer montaje de La Tristura hasta esta gamberrada musical que es Hoy puede ser mi gran noche. Poner en manos de un clown cualquier cosa relacionada con el fracaso es ofrecerle una materia prima delicada, pero a la que le puede sacar un partido enorme. Y Noemí Rodriguez, que es una clown de primera, no desaprovecha la ocasión para provocarnos carcajadas, ternura y nostalgia a partes iguales. En la escena la acompaña su hermana Darlene, testigo y cómplice en el juego que establece con la memoria y con el público. Todo está bien si se busca un entretenimiento extraordinariamente bien hecho, con su punto de ironía, que funciona a la vez como narrativa y analgésico de la amargura de su generación, como señala David Foster Wallace en su ensayo E Unibus Pluram

Pero quienes hemos visto más de un montaje de esta compañía nos quedamos con una sensación de repetición de una fórmula eficaz, pero que no acaba de ser redonda. Teatro en Vilo puede y creo que aspira a más, y en sus manos está decidir si quieren quedarse en la fórmula del éxito seguro, o intentar convertirse en algo parecido a la versión española de Young Jean Lee

FICHA TÉCNICA. Texto: Noemi Rodríguez / Dirección: Andrea Jiménez / Interpretación: Noemi Rodríguez, Darlene Rodríguez / Escenografía: Monica Borromello / Vestuario: Paola de Diego, Sigrid Blanco, Candela Ibañez / Vídeo: Ro Gotelé / Coreografía: Amaya Galeote / Iluminación:  Miguel Ruz / Ayudante de dirección:  Macarena Sanz / Fotografía: Danilo Moroni / Asesoría dramatúrgica: Eva Redondo Llorente​ / Prensa: María Díaz / Producción: Teatro En Vilo / Distribución: Proversus.

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