INSTRUCCIONES PARA CAMINAR SOBRE EL ALAMBRE (O “Detenerse como forma de Revolución”)

España, Reseñas

Por Begoña Frutos (RESAD) / 15 de Octubre de 2021

La compañía Cuarta Pared vuelve a apostar en su programación por la segunda parte de la denominada Trilogía Negra, titulada “Instrucciones para caminar sobre un Alambre”, y donde se nos muestra nuevamente, tras hacerlo ya en la primera obra “Nada que Perder”, la vulnerabilidad del ser humano y su facilidad intrínseca e insensata para vender su alma a feroces imperios económicos, donde la inseguridad social y la precariedad arrastran a las personas a no ser más que una cifra dentro una meta productiva y donde las fragilidades se combaten y enmascaran con montañas de antidepresivos y ansiolíticos. 

“Instrucciones para caminar sobre un Alambre”, del mismo modo que su predecesora “Nada que Perder”, se presenta bajo el aparente formato de un thriller, aún reconociendo que no hay realmente demasiados elementos característicos de este género en ninguno de los dos espectáculos. Pero ambas obras se caracterizan por un fuerte sustrato dramático y conceptual donde lo que menos acaba importando es el género en el que se desarrollan, siguiendo la línea de la denuncia social donde los personajes son siempre víctimas de un sistema social pernicioso, corrupto, ambicioso y febrilmente competitivo, aderezado en casi todas las escenas con la búsqueda del éxito a toda costa.La obra comienza en un espacio teatral rodeado del publico por tres partes laterales y con la presencia de cinco actores acelerados y extremadamente ansiosos, construyendo ya de entrada una atmósfera asfixiante que se extenderá durante toda la función y con la sensación constante de que los personajes salen de cualquier sitio para no llegar a ninguna parte. De la pared del escenario cuelgan algunas bicicletas y sobre el suelo aparecen unas colchonetas, cajas de cartón y sábanas, que junto con el vestuario contemporáneo diseñado por Mónica Rühle nos ubican como espectadores (y también como ciudadanos) en situaciones encadenadas y frenéticas que se pueden aplicar a nosotros mismos.

La historia se centra en la desaparición de Alba, interpretada por una magnífica Marina Herranz, un personaje lleno de vitalidad pero que se va encaminando sin embargo hacia un oscuro porvenir del que cada vez será más difícil salir. Y nos sitúa en un mundo enfermizamente exigente en el que no basta únicamente con el esfuerzo y donde Alba se va encontrando cada vez más aislada y abocada a un fracaso que hasta el final lucha por evitar. Asistimos así al recorrido vital (y negativo) de una personalidad alegre, luchadora y positiva a la que el mundo que le rodea obliga a llegar a límites indeseables.

Desde el primer momento somos testigos de la reconstrucción de la vida de la joven: sus amistades, sus hábitos, su medicación, etc., ya que cualquier elemento puede ser una pista valiosa para encontrarla. El periplo para su localización nos dará una retrospectiva sobre su vida, marcada por los problemas por conseguir un trabajo digno, por su dificultad para llegar a fin de mes y por su lucha constante para sobrevivir en un mundo no apto para personas frágiles y diferentes. Y el relato nos muestra igualmente una sociedad hostil, que normalmente agrede más que ayuda y que impide avanzar a las personas que se esfuerzan, porque el empeño y el sacrificio ya no son una guía en la sociedad deshumanizada a la que nos dirigimos.

¿Y dónde está Alba? En esta investigación conocemos a su hermano y a su madre (interpretados por Rosa Manteiga y Javier Pérez-Acebrón), atrapados en un mundo bipolar entre su deseo de una vida ideal y la incipiente vida precaria donde se mueven realmente, que han denunciado su desaparición y ayudan en la reconstrucción de sus últimos días para poder encontrarla. Destacan también los diversos personajes (padre, médico, etc.) interpretados con pulso y concreción por Guillermo Sanjuán y también brilla Salvador Bosch en diversos papeles empáticos y secundarios entre los que sobresale el de un enfermo con el que Alba tiene una relación muy especial y donde el suicidio y la eutanasia se constituyen como formas válidas de detener por fin los sentidos de aquellos que sufren y quieren bajarse del carro.

Los personajes nos muestran una y otra vez las instrucciones y metodología a seguir ante cualquier desaparición de un ciudadano, con referencias simbólicas y metafóricas que nos conducen a diversas realidades sociales y laborales de la política actual: “Eres lo que vale tu último trabajo”, “Hemos aceptado el cianuro de la vida, somos zombis y nos hemos suicidado sin saberlo”. O “ Somos la voz que escuchamos y elige tú la voz que más te conviene”. 

La línea dramatúrgica corre a cargo de Quique y Yeray Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe, con continuos saltos temporales y la búsqueda de espacios simultáneos. La historia se va encajando como si de un puzzle se tratase entre el neoliberalismo y el capitalismo más conservador, siendo cada escena con sus respectivas instrucciones una especie de continuo movimiento donde el costumbrismo, el realismo mágico y las coreografías poéticas del elenco se entremezclan con el desequilibro estresante de nuestra sociedad. La desmedida ambición se convierte en el enemigo final de Alba, con un padre y un jefe acuciantes en su exigencia de no parar jamás ni el cuerpo ni el pensamiento y poniendo a la vez una venda en los ojos a Alba para que no tenga una mirada interior hacia su propia estabilidad y sueños, que se derrumban continuamente. El espacio escénico ayuda a crear esta tensión y la realidad que se nos muestra nos supera: sábanas con bichos en los psiquiátricos, médicos que proyectan en sus pacientes sus propios conflictos y directores de empresas que dan una vuelta de tuerca a sus trabajadores. Todo ello adornado con el buen hacer de los actores de la Compañía Cuarta Pared, cuya interpretación de ambas funciones tiene el sello de un estilo técnicamente riguroso que permite una entrega vitalista y emocionante y que coloca en  constante tensión al público, dándonos la oportunidad de observar la esquizofrenia social en la estamos sumidos.

«Instrucciones para caminar sobre el Alambre» y “Nada que Perder” tienen en común la cohesión temática de la supervivencia del individuo en una sociedad en crisis, dando fe de nuestros desajustes sociales, emocionales y laborales como algo inherente al ser humano, a la vez que responde a ese deseo nunca materializado, (por cansancio o por espera) de cambio y de encontrar y encontrarnos algún día en un lugar mejor.

COMPAÑÍA CUARTA PARED
Dramaturgia: Quique Bazo, Yeray Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe
Intérpretes: Marina Herranz, Rosa Manteiga, Javier Pérez-Acebrón, Guillermo Sanjuan y Salvador Bosch
Diseño de iluminación: Mariano Polo
Diseño de escenografía y vestuario: Monika Ruhle
Realización de escenografía y vestuario: Cuarta Pared S.L.
Producción, comunicación y distribución: Cuarta Pared S.L.
Producción ejecutiva: Elvira Sorolla
Dirección: Javier G. Yagüe

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