Presente y futuro teatral en la sala PABELLÓN 6

España, Reseñas

Por Marina Ruiz Cano (Le Mans Université) / 24 de agosto de 2021

El teatro está de guardia este verano en Bilbao, sobre todo gracias al trabajo de la Gazte Konpainia / Compañía Joven de Pabellón 6, que inició sus andaduras profesionales poco antes del freno impuesto por la pandemia. Con un aforo reducido y tras la incertidumbre inicial, esta nueva generación de teatreros llena de vitalidad nos demuestra que están determinados a superar las adversidades, y lo hacen con nada menos que cuatro obras programadas para los meses de julio y agosto en la sala P6 de Zorrozaurre y en su sede contigua.

Todo saldrá bien. Del 1 al 11 de julio de 2021.

Texto, espacio escénico y dirección: Iñigo Cobo/ Intérpretes: Nagore Cenizo-Arroyo, Leire Ormazabal, Itxaso Gil, Alazne Astorga, Arnatz Puertas, Aitor Echarte/ Vestuario y escenografía: S. Quert / Ayudante de dirección: Izar Pizarro / Diseño de iluminación: Aitor García / Ayudante de escenografía: Beatriz Ginel / Cartel y visuales: Saregabe / Producción: Gazte Konpainia de P6 / Agradecimientos: Javier Trapero y Arimaktore.

Fotografía de Javier Trapero.

Una obra emotiva, con momentos cómicos y otros más dramáticos, enmarcada en los primeros meses de la pandemia. Siete actos, siete fechas significativas desde marzo a septiembre de 2020, que abordan la soledad, la enfermedad, el sexo en cuarentena y, cómo no, la muerte.

El espacio escénico lo conforman cajas multifuncionales que servirán de mesa, de caja de supermercado o de ataúd. La estética urbana e informal sugerida por el vestuario se completa con los objetos de la vida cotidiana que penden del techo (un carrito de la compra, una silla, un bidón, un palo de hockey o un cubo) y con unas cajas de fruta que cierran el escenario y funcionan, a veces, como elementos de transición entre escenas. El espacio sonoro, por su parte, lo conforma la percusión corporal, seña de identidad de la compañía que ya ritmara en 2017 los Aborígenes, dirigida por Felipe Loza, y que también aparece en ¿Qué fue de Ana García?. Otro rasgo que caracteriza todos los espectáculos de esta compañía son los momentos cantados, y en este caso destaca la canción final en euskera cuyo estribillo, “dena ez da ondo aterako” (todo no saldrá bien) supone el contrapunto irónico con el título de la obra. ¿Una crítica a la hipocresía imperante?

Lo interesante de este espectáculo son sobre todo los temas que emergen con la excusa de la pandemia. Situaciones transversales, realistas y universales que muestran esa realidad cotidiana a la que se ven enfrentadas las ciudadanas: la dificultad y el estigma de ser madre soltera, la precariedad laboral y los abusos de las multinacionales, todo aderezado con algún que otro guiño republicano puntuado por alguna que otra pulla a la monarquía española.

Cómo domé un caracol en tus senos. Del 16 de julio al 8 de agosto de 2021.

Texto: Matei Visniec. Traducción: Evelio Miñano Martínez. Dirección: Galder Sacanell. Intérpretes: Aitor Echarte, Cécile Marquette, Kepa Alesso, Sandra Martín Gómez y Etxahun Arregi Pikabea. Diseño de vestuario y escenografía: Betitxe Saitua. Espacio sonoro: Etxahun Arregi Pikabea. Diseño de iluminación: Fernando Alcáuzar. Ayudante de dirección y coreografía: Ines Aresti. Atrezzo: Maria Casanueva. Auxiliar de dirección: Izar Pizarro. Auxiliar de atrezzo: Susana Díez. Producción: Pabellón 6 y Gazte Konpainia de Pabellón 6.

El pasado 16 de julio la Gazte Konpainia de Pabellón 6 estrenó su obra Cómo domé un caracol en tus senos, con texto del rumano Matei Visniec y traducción de Evelio Miñano Lartínez. El poético título, sacado de una de las doce escenas que componen el espectáculo, es sintomático del misterio, el erotismo y el onirismo en el que el público va a sumergirse desde el primer instante. La atmósfera sugerente, ora romántica, ora erótica, se acentúa con el espacio sonoro: el sonido envolvente, entre intimista y de tensión dramática, del latir de un corazón alterna con la música en directo de Etxahun Arregi Pikabea, con cierto aire de los años 90.

El corazón está omnipresente, tanto en el aspecto visual como en el auditivo y, cómo no, en el texto. Varios objetos simbolizan este órgano, en particular, unas lámparas esféricas rojas, que se encienden y se apagan según nazca o muera el amor, e incluso el mobiliario nos recuerda a los ventrículos, las venas, las aortas. Tan vitales y tan frágiles, como el ser enamorado. Retales de tela evocan la sangre como fuente de vida, el deseo y la pulsión erótica; o como síntoma de ese insoportable dolor de la ruptura, sangre que brota de nuestras heridas hasta vaciarnos. El humo, la escenografía dominada por el color rojo y el vestuario fantasioso, obra de Betitxe Saitua, conforman un ambiente acogedor e intimista en el que el espectador casi se siente voyeur de los amores ajenos.

Fotografía de Hodei Torres.

Un texto de hermosa factura al que público no puede ser indiferente, a pesar de que el halo surrealista (heridas-espejos, desmembramientos, seres híbridos) pueda dificultar un poco su recepción. En cualquier caso, nadie puede salir de la sala sin haberse reconocido en alguna escena: la larga espera de una carta, una despedida en la estación, un cuerpo animal e indomable, el amor platónico, el aprendizaje y la memoria de la piel.

En definitiva, un espectáculo que navega entre el teatro y la poesía, que bebe por momentos del amor cortés medieval de tradición francesa y que nos recuerda la ambivalencia del ser humano, con sus paradojas y sus pulsiones. La compañía apuesta por establecer un reparto de roles que revienta las fronteras de género, subvirtiendo así la supremacía de la voz masculina del material discursivo original.

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